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Louisiana Anthology

Bernardo de Gálvez.
Diario de las operaciones de la expedicion contra la Plaza de Panzacola.

Bernardo de Gálvez
Bernardo de Gálvez

Diario de las operaciones de la expedición contra la Plaza de Panzacola concluida por las Armas de S.M. Católica, bajo las órdenes del Mariscal de Campo D. Bernardo de Gálvez.

Diario de las operaciones de la expedición contra la Plaza de Panzacola concluida por las Armas de S.M. Católica, bajo las órdenes del Mariscal de Campo D. Bernardo de Gálvez.

Frustrada por el huracán la Expedición que salió de la Havana contra Panzacola en 16 de Octubre de 1780, regresó su Comandante Don Bernardo de Gálvez al Puerto de la salida el 17 de Noviembre con el dolor de ignorar el paradero de las embarcaciones de su convoy, de las cuales dispersadas por el temporal, unas fueron a parar a Campeche, otras al río Misisipí, algunas a otras partes, y se cree haber perecido una mediante no saberse su suerte. Luego que llegó á la Havana el referido General reiteró sus antiguas pretensiones de que se socorriese el Fuerte de la Mobila con víveres y tropas, así por hallarse escasísimo de aquellos, como por estar amenazado de un ataque. En fuerza de sus instancias mandó la Junta de Generales se habilitasen los buques correspondientes al transporte de 500 hombres, y alguna cantidad de comestibles, y este pequeño convoy se hizo a la vela en 6 de Diciembre al mando del Capitán de fragata D. Joseph de Rada; pero sin embargo que a pocos días de navegación arribó felizmente a la boca de la Mobila, no se determinó a entrar en su bahía por haber encontrado (según aseguró) alguna variación en el canal, y se hizo a la vez en derechura a la Balija del río Misisipí, a cuya entrada dejó el convoy y se restituyó a la Havana.

Esta circunstancia, la de haber entrado dos fragatas Inglesas en la misma bahía de la Mobila cinco días después, y la noticia de haber sido atacado el destacamento del Village, movieron a D. Bernardo de Gálvez a instar, para que ya que el estado de las cosas no permitiese renovar la expedición desde la Havana, se le diese alguna tropa con que reforzar las guarniciones de la Luisiana y Mobila, y desde allí, se hallase una oportunidad feliz, empeñar para un nuevo esfuerzo a los habitantes de aquellas provincias, y caer sobre Panzacola; o si esto no podía ser, conservar con mas seguridad lo conquistado. Aprobada la idea por la Junta de Generales, acordó se señalasen 1315 hombres de varios Regimientos, inclusas 5 compañías de granaderos y se providenciase a la habilitación de buques de transporte, destinando para conserva de estos el navío de guerra el San Ramon del mando de D. Joseph Calbo, la fragata Sta. Clara del de D. Miguel Alderete, la Sta. Cecilia del de D. Miguel de Goicoechea, el chambequin Caiman del de D. Joseph Serrato, y el paquebote S. Gil del de D. Joseph Maria Chacon, todos a las órdenes del citado General D. Bernardo de Gálvez, por petición suya y asenso de la Junta, como consta del siguiente oficio pasado por el General de Marina al Comandante del navío D. Joseph Calbo.

“A la pregunta que V.S. me hace en el papel de ayer sobre que le manifieste los términos en que debe ir subordinado, y obedecer las órdenes del Sr. D. Bernardo de Gálvez Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos, le prevengo que las que diese a V.S. el expresado Sr. D. Bernardo, relativas a la conquista de Panzacola, debe V.S. ponerlas en práctica, según su conocida notoria inteligencia, sin separarse en lo demás de lo que previenen las Reales Ordenanzas de la Armada, procurando que en todos los buques de su mando se observe la exacta disciplina que en ellas se previene. Nuestro Sr. guarde a V.S. muchos años. Havana 6 de Febrero de 1781. Juan Bautista Bonet. Sr. D. Joseph Calbo”.

Cuando todo se hallaba pronto por parte del Ejército y Marina, se embarcó el General el 13 de Febrero, a pesar de hallarse algo decadente de salud: la tropa ejecutó lo mismo el 14, y el 28 por la mañana salió el convoy con tanta felicidad que a las 3 de la tarde ya se hallaban todos los buques a una vista del Puerto de la Havana. Desde luego dispuso el General que el Capitán D. Maximiliano Maxent pasase en una goleta a la Nueva Orleans con órdenes para el Comandante de las armas, a fin de que la tropa había dejado D. Joseppetih Rada y la que arribó por el temporal de Octubre, saliesen al encuentro del convoy, a cuyo efecto, con fecha de primero de Febrero, tenia ya prevenido se hallase pronta a hacerse a la vela al primer aviso.

El primero de Marzo comisionó el General a D. Miguel de Herrera, Subteniente del Regimiento de España, para que en una goleta pasase a la Mobila con cartas para D. Joseph Ezpaleta, en que le manifestaba su ánimo de recalar al Este de la Isla de Sta. Rosa que está delante del Puerto de Panzacola, advirtiéndole que marchase por tierra a unírsele con la tropa de su mando.

El 4 a las 9 de la mañana concurrieron a bordo del navío Comandante los de los buques de guerra, y les manifestó el General que su proyecto era recalar sobre la Isla de Sta. Rosa, desembarcar en ella y atacar la batería que los enemigos tenían en la punta de Sigüenza, a fin de facilitar a nuestros buques la entrada en el Puerto sin el riesgo de pasar por entre fuegos que se cruzasen, y allí esperar los refuerzos de la Luisiana y Mobila. Todos los Oficiales de Marina aplaudieron este pensamiento, y entre ellos hubo quienes solicitaron con empeño la gloria de ser los primeros que entrasen. A las 10 se avistaron a barlovento 11 embarcaciones, a las que se dio caza hasta la entrada de la noche, y según su rumbo pareció iban en vuelta de la sonda de la Tortuga, y se creyó ser el convoy que se esperaba de Veracruz con víveres.

El 5  a las 6 de la tarde se incorporó a la escuadra el bergantín el Gálveztown que había salido de la Havana el día 2.

El 9 a las 6 de la mañana se avistó tierra y a poco rato se reconoció ser la Isla de Sta. Rosa: a las 8 se oyeron algunos cañonazos, de que se infirió la proximidad del Puerto de Panzacola.

A las 2 de la tarde llamó el General a la orden, y en ella previno que toda la tropa se hallase pronta a desembarcar aquella noche, y que cada soldado llevase consigo 3 días de ración; bien entendido que los granaderos y cazadores serian los primeros para el desembarco, y que debían concurrir en lanchas por la popa del navío S. Ramon cuando en el se pusiesen 2 faroles. A la Oración dio fondo el convoy a distancia de un tiro de cañón de tierra, y a 3 leguas a barlovento de la boca del Puerto.

A las 8 de la noche se puso señal en el navío Comandante para que concurriesen las lanchas con la tropa, y puesto el General a la cabeza de ellas se ejecutó el desembarco, aunque con algunos recelos, sin la menor oposición. dio sus órdenes al Coronel D. Francisco Longoria para que emprehendiese la marcha con los granaderos y cazadores, y regresó al navío a fin de avivar el total desembarco, de modo que a las 3 de la mañana del día 10 todas las tropas marchaban en columna por la orilla del mar de la referida Isla.

La gente del primer desembarco llegó a la punta de Sigüenza a las 5 y media de la mañana, donde no se halló el Fuerte que se pensaba, y sí solo 3 cañones desmontados, y una batería de faginas medio deshecha que con poco conocimiento de su utilidad habían abandonado los enemigos. A corto rato se vieron venir a tierra hacia aquella parte dos lanchas con 7 hombres a los cuales apresaron los cazadores. Advertido esto por el Fuerte de las Barracas-coloradas que está en frente de la punta de Sigüenza a distancia como de 500 toesas, y por 2 fragatas Inglesas que se hallaban fondeadas a su inmediación, comenzaron un vivo fuego sobre nuestra tropa sin haber ocasionado la menor desgracia, porque el terreno proporcionaba varias pequeñas lomas para guarecerse, y además se levantó alguna tierra para mayor seguridad.

Los prisioneros declararon al General que la Plaza estaba bien provista de víveres y tropas, y que de día en día se esperaba un considerable refuerzo de Jamaica.

El 10 a las 11 de la mañana varió el fondeadero el convoy con mas inmediación al puerto: aquella tarde hizo el General varios reconocimientos en la parte de la Isla que mira a la Plaza con objeto de elegir un paraje a propósito donde formar una batería que alejase y ofendiese a las fragatas enemigas que cañoneaban nuestro Campo, y proteger la entrada del convoy y escuadra, a cuyo efecto mandó desembarcar dos cañones de a 24, dos de a 8 y cuatro de a 4 con las municiones correspondientes, y 150 tiendas de campaña para la tropa.

El 11 antes de amanecer comisionó el Comandante de la escuadra sugetos para que sondeasen la barra del puerto, y se formó una batería a barbeta frente de las Barracas con dos cañones de a 24  que comenzaron a jugar a las 3 y media de la tarde contra una de las fragatas Inglesas que se hallaban a la vela.

A esta hora se levó la escuadra y el convoy con objeto de entrar en el Puerto, lo cual visto por el General se embarcó inmediatamente en el navío S. Ramon para hallarse en esta operación y pasar por el riesgo, pero fueron tantas las instancias de su Capitán D. Joseph Calbo para que regresase a tierra, que hubo de ceder. A poco rato de haber mareado todo el convoy, se reparó que el navío había virado de bordo y que volvió a fondear donde antes se hallaba con todos los demás buques que le seguían, motivado de que al tiempo de atravesar la barra tocó en ella, según informó al General el Mayor de órdenes de la escuadra.

Toda la noche la empleó el Comandante de navío D. Joseph Calbo en alijarle, hasta haberle dejado en disposición de que verificase su entrada, no obstante que el tiempo era poco a propósito entonces para ejecutarlo.

El 12 continuó el tiempo contrario, y temiéndose el General que si arreciaba tal vez no podrían mantenerse las embarcaciones en una playa descubierta, y que si se veían en la precisión de hacerse a la vela quedaría el campo sin víveres, dispuso que se trajeran cuantos se pudieran para precaver este accidente, y así se ejecutó con la mayor actividad.

A las 8 de la mañana pasó el General al extremo de la punta de Sigüenza a reconocer algunos trabajos que allí se estaban ejecutando, y a las 2 de la tarde se fue a bordo del S.Ramon para tratar que las fragatas de guerra entrasen en el puerto a la cabeza del convoy, y que el navío lo ejecutase después para evitar por este medio si segunda vez varaba, que los demás buques se detuviesen como había sucedido la tarde anterior; pero habiéndole objetado los Oficiales de Marina algunas dificultades, regresó a tierra, y le escribió al Comandante del S. Ramon manifestándole cuan necesario era intentar desde luego el paso del canal para evitar los riesgos de que un temporal, de los regulares en aquella costa, forzase al convoy a separarse y dejase al Ejército abandonado: con cuyo motivo le advertía que ya podía contar con el auxilio de una batería de seis cañones de a 24 que había colocado él en la punta de la Isla haciendo frente a la de los enemigos.

Con aviso que se tuvo la misma tarde de que algunas lanchas enemigas habían atravesado el canal que forma la Isla de Santa Rosa con la tierra firme, se avanzaron hacia aquel paraje algunos granaderos y cazadores para reconocerlas y cortar la retirada a los enemigos si algunos desembarcasen.

El 13 continuó el desembarco de víveres y pertrechos, receloso siempre el General de que las demoras en forzar el puerto diesen lugar a que los suestes que son tan frecuentes y temibles obligasen al convoy a hacerse a la vela. Sin embargo en dicho día recibió la respuesta del Comandante de las fuerzas de mar reducida a pintar las grandes dificultades que hallaba, aun después de consultar y oír el dictamen de los Oficiales de su escuadra, en aventurar los buques de su mando cuando le faltaban las noticias indispensables del fondo y dirección del canal, carecía de prácticos y comprehendía que los fuegos enemigos deberían ofender por popa y proa a las embarcaciones, sin posibilidad de corresponder éstas útilmente con los suyos.

A las 3 de la tarde dispuso el General que su Ayudante de Campo. D. Estevan Miró pasase a la Mobila con instrucciones verbales para el Coronel D. Joseph Ezpeleta, a fin de combinar la union recíproca de tropas con ventajas sobre el enemigo.

El 14 se continuó el desembarco de víveres, bien que con suma dificultad por la mucha resaca que la mar hacía a su orilla, y comisionó el General al Capitán del bergantín Gálveztown para que por la noche sondase lo interior del puerto a fin de saber con certidumbre el braceage que había.

El 15 dificultó infinito la mar que las lanchas se acercasen a tierra, y con inmenso trabajo se pudieron desembarcar algunas menestras y carne salada que traían.

A las 2 de la tarde se descubrió en lo interior del puerto y a la vela una urca Inglesa, la cual se situó entre las dos fragatas fuera de tiro de nuestro cañón. A la misma hora se colocaron en batería dos cañones de a 8 con inmediación a la que se había formado con otros dos de a 24.

El 16 a las 8 de la mañana llegó de la Mobila la balandra del mando del Teniente de fragata D. Juan Riaño con cartas del Coronel Ezpeleta, en que avisaba al General que iba a ponerse en marcha con 900 hombres hasta la orilla del rio de los Perdidos distante de Panzacola cinco leguas, y que para pasar a la parte opuesta de este necesitaba que se le enviasen algunas lanchas. Este Oficial desde luego que llegó a la costa pasó a presentarse al Comandante de la escuadra, quien enterado de la comisión que traía pasó al General el oficio siguiente.

“Muy Señor mío: En el momento que D. Juan Riaño me dio la noticia de hallarse el Ejército de Mobila en la orilla del rio de los Perdidos, he dado la providencia de disponer las lanchas armadas con diez días de víveres, y a fin de que en esta parte tenga cuanto pueda necesitar voy a prevenir algunos mas que le suministraré de este navío.

También voy a dar orden al Pío, que cala menos agua, que vaya a cubrir esta pequeña expedición lo mas cerca de tierra que sea posible, así para libertarla de cualquiera embarcación que intente hacerle opisición, como para que le suministre al Sr. Ezpeleta algunos cañones y víveres si los necesita.

Soy de parecer si V.S. gusta de servirse de él de que la expedición se haga a prima noche luego que obscurezca, para no llamar la atención de los enemigos y salgan a hacer alguna incómoda oposición, pero en este particular V.S. hará lo que le parezca.

He elegido para que dirijan las lanchas a mi segundo el Capitán de fragata D. Andrés Valderrama, y al primer Teniente de navío D. Antonio Estrada, los que llevan prácticos, ahuja de marear, y un pilotín. Dios guarde a V.S. muchos años. A bordo del navío S.Ramon en ancla inmediato a la costa de la Isla de Santa Rosa 16 de Marzo de 1781. B.L.M. de V.S. su mas afecto servidor Joseph Calbo de Irazabal. Sr. D. Bernardo de Gálvez”

Respuesta del General

“Muy Señor mio: Paréceme bien quanto V.S. me dice en su oficio de hoy que ha dispuesto para auxiliar las tropas de la Mobila, y quedo rogando a Dios guarde a V.S. muchos años. Campo de Sta. Rosa 16 de Marzo de 1781. Bernardo de Gálvez. Sr. D. Joseph Calbo”

El día 17 a las 11 de la mañana la balandra del citado Don Juan Riañoi se situó de orden del General a la entrada del puerto de Panzacola, acompañada del bergantín el Gálveztown y de las dos lanchas cañoneras. A las 4 de la tarde llegó de la Mobila el Alferez D. Miguel Herrera con cartas para el General del Coronel Ezpeleta, quien le avisaba hallarse marchando con sus tropas para reunírsele.

Reconociendo el General que se tardaba demasiado en resolver la entrada de la escuadra con el convoy, y temiendo que tal vez por algún recio viento se viese obligada a dar la vela para no estrellarse en la costa, dejando por consecuencia abandonadas las tropas en la Isla sin medios con que subsistir en ella, determinó ser él mismo el primero que forzase el puerto, en el firme concepto de que este último recurso podría estimular a los demás a que le siguiesen; y con efecto la tarde del 18 a las dos y media de ella se embarcó en un bote para ir a bordo del bergantín Gálveztown que se hallaba fondeado a la boca del puerto de Panzacola; y después de haber arbolado una corneta, hecho por este buque el saludo correspondiente, se hizo en él a la vela seguido de dos lanchas cañoneras y de la balandra del mando de Don Juan Riaño, únicas embarcaciones que se hallaban privativamente a sus órdenes. El Fuerte de las Barrancas hizo todo el fuego posible con particularidad al Gálveztown, no pudiendo ignorar por la insignia que llevaba que en él iba el General; pero a pesar de sus esfuerzos entró en el puerto sin el menor daño, no obstante las muchas balas que le atravesaron velas y jarcias, y con aplauso extraordinario del ejército que con continuados vivas manifestaba al General su contento y la inclinación que le tiene.

A vista de esto determinó la escuadra hacer su entrada el día siguiente a excepción del navío S.Ramon que ya se había lastrado.

El 19 a las 2 de la tarde se hizo a la vela el convoy precedido de las fragatas del Rey, y desde que la primera comenzó a sufrir el fuego hasta que todo el convoy se halló libre de él, medió una hora sin que del extraordinario fuego que hizo el Fuerte de los Re-Clifts en las Barrancas, no obstante las averías que causó a los buques, resultase la menor desgracia personal. Durante tiempo anduvo el General en su falúa entre las embarcaciones para darlas el auxilio que necesitasen.

A las 5 de la tarde determinó el General pasar en un bote al río de los Perdidos para instruir personalmente a Ezpeleta de sus intenciones. Con efecto se embarcó con sus Ayudantes y salió del puerto, manifestando así que la misma posibilidad que había parar entrar había para salir; pero el viento contrario y las corrientes que lo eran igualmente le obligaron a regresar al Campo a las 11 de la noche.

El día 20 por la mañana comisionó a un Oficial para que pasase a Panzacola con una carta para el General Campbell concebida en estos términos.

“Excmo. Señor. Muy Sr. mio: Los Ingleses en la Havana intimaron con amenazas que no se destruyesen, quemasen ni echasen a pique las fábricas y buques así del Rey como de particulares so pena de ser tratada

con el mayor rigor. La misma prevención hago a V.E. y demás a quienes competa con las mismas condiciones. Dios guarde a V.E. muchos años. Campo de la Isla de Sta. Rosa 20 de Marzo de 1781. Excmo. Sr. B.L.M. de V.E. su mas atento servidor Bernardo de Gálvez. Excmo. Sr. Don Juan Campbell”

Por la tarde pasó el General en un bote a reconocer la playa opuesta del puerto para elegir paraje a propósito donde desembarcar las tropas que habían de operar.

A las 8 de la noche pegaron fuego los enemigos a una casa Cuerpo de Guardia situada en la playa donde el General hizo su reconocimiento por la tarde: a vista de lo qual mandó que la balandra de Don Juan Riaño y la lancha armada del Gálveztown se acercasen a tierra e hiciesen fuego a metralla contra los enemigos que allí hubiese.

El día 21 muy temprano llegó de Panzacola el Oficial comisionado y entregó al General una carta de Campbell concebida en estos términos.

“Excmo. Señor. Muy Sr. mío: Las amenazas del enemigo que nos embiste no son consideradas bajo otro aspecto que el de un ardid o estratagema de guerra de que se vale para seguir sus propias ideas. Confío en que no haré en mi defensa de Panzacola (viendo que estoy atacado) nada contrario a las reglas y costumbres de la guerra; pues me considero con obligación hacia V.E. por su franca intimación, aunque le aseguro que mi conducta dependerá mas bien de la suya en respuesta a las proposiciones que el Gobernador Chester le enviará mañana acerca de los prisioneros, y las mías relativas a la Ciudad de Panzacola, que de sus amenazas. Interin quedo de V.E. su mas humilde y obediente servidor. Juan Campbell. Cuartel general de Panzacola a 20 de Marzo de 1781. Excmo. Sr. D. Bernardo de Galvez.”

A medio día llegó en un Parlamentario de Panzacola un Ayudante de Campo del General Campbell con cartas de éste y del Gobernador Chester para el Sr. Gálvez, y venia acompañado del Teniente Coronel Don Alexandro Dickson, que quedó prisionero en la conquista de Baton Rouge, y residía en Panzacola bajo palabra de honor.

Copia de la carta del General Campbell.

“Muy Sr. mío: Dictando la humanidad la preservación de los inocentes individuos, en quanto es posible, de las crueldades y devastaciones de la guerra, y siendo evidente que la guarnición de Panzacola no puede defenderse sino con la destrucción de la Ciudad, y por consiguiente con la total ruina de un gran número de habitantes; y deseoso yo por otra parte de conservar la Ciudad y guarnición al vencedor, a que debo concurrir por la esperanza de la fama de la victoria recaerá sobre las tropas que tengo el honor de mandar, he abandonado la guarnición de Panzacola; pero conociendo que la conservación de la ciudad y sus edificios pende de V.E. y de mi, o (en otros términos) que está en arbitrio de ambos actualmente el destruirlos o no, propongo a V.E. que la expresada Ciudad y edificios sean conservados enteros y sin malicioso daño, por ambos partidos, durante el sitio del reducto Real de la Marina, Fuerte Jorge y otros adyacentes en donde propongo disputar la conservación de la Florida occidental a la Corona Británica, bajo las siguientes estipulaciones

Que ni la Ciudad ni edificios de Panzacola. ni ninguna parte ni porción de ella será ocupada ni empleada por ningún partido para atacar, preservarse ni defenderse, ni por alguna otra conveniencia, sino que será un asilo para enfermos, mujeres y niños que podrán quedarse en ella sin injurias maliciosas, daño o molestia de parte de los Ingleses, tropas Españolas o de sus aliados.

pero en caso de que esta mi proposición no sea admitida por V.E. y que alguna porción de la Ciudad o sus edificios sea ocupada por las tropas de su mando, será entonces de mi obligación el impedir que les sirva de abrigo o acomodo destruyéndolos ambos, y si yo me viere precisado a esta cruel determinación, sólo V.E. deberá ser responsable a Dios y a los hombres de las calamidades y desgracias que acarrease este hecho. Sin embargo la experiencia que tenemos de su conducta y sentimientos aleja el horror de semejante idea, y me promete que V.E. concurrirá por su parte a la aprobación de las citadas proposiciones. Cuartel general de Panzacola 21 de Marzo de 1781. Excmo. Sr. B.L.M. de V.E. su mas atento servidor. Juan Campbell. Excmo.Sr.D.Bernardo de Gálvez”

Respuesta del General.

“Excmo. Señor. Muy Sr. mío: No permitiéndome hoy mi salud contestar a la carta que con esta fecha me ha remitido V.E., he suplicado al Teniente Coronel D. Alexandro Dickson le refiera mi modo de pensar, ínterin que mañana lo ejecutó por escrito. Dios guarde a V.E. muchos años. Campo de Santa Rosa 21 de Marzo de 1781.  Excmo. Sr. B.L.M. de V.E. su mas atento servidor. Bernardo de Gálvez. Excmo. Sr. Don Juan Campbell”

Carta del Gobernador D. Pedro Chester.

“Excmo. Señor. Muy Sr. mío: Como carecemos en nuestras líneas de cuartel para la comodidad de los prisioneros Españoles que tenemos, a fin de no exponer su salud y sujetarlos a varios inconvenientes, me determino a proponer a V.E. estimulado de los principios de humanidad, que sean puestos en libertad bajo su palabra de honor, y con la condición de que V.E. se obligará a que no sirvan contra S.M. Británica ni ninguno de sus aliados en ningún ejército, sea civil o militar durante la actual discusión, ni en otro tiempo hasta que sean canjeados por otros sujetos de la Gran Bretaña o sus aliados prisioneros. Dios guarde a V.E. muchos años. Excmo. Sr. B.L.M. de V.E. su mas atento servidor Pedro Chester. Penzacola 21 de Marzo de 1781. Excmo Sr. D. Bernardo de Gálvez”

Otra del mismo

“Excmo. Señor. Muy Sr. mío: Como la protección y seguridad de las mujeres y niños contra las calamidades de la guerra han sido siempre miradas por todas las naciones cultas como el primer objeto, creo escusado el dar otro paso para informar a V.E. de que las dependientes de esta Ciudad quedarán tranquilas en ella, como a sus cercanías y habitaciones, por lo mismo que espero de los sentimientos generosos y humanos de V.E. que se servirá dar órdenes positivas para que sus tropas y la gente de mar perteneciente a España o en alianza de ella, no cometan injurias, ni acrecienten las desgracias de estos pacíficos sugetos, sus familias y bienes. Dios guarde a V.E. muchos años. Panzacola 21 de Marzo de 1781. Sr B.L.M. de V.E. su mas atento servidor Pedro Chester. Excmo. Sr. Don Bernardo de Gálvez”

Respuesta del General

“Excmo. Señor. Muy Sr. mío: He recibido las dos cartas de V.E. con fecha de hoy, en que me hace las proposiciones de que los prisioneros de guerra se pongan en libertad, y que las mujeres y niños queden en la Villa de Panzacola, esperando V.E. que de mi parte daré órdenes rigurosas para impedir que la tropa y marineros de la expedición a mi mando les cause extorsión alguna.

La casualidad de hallarme hoy indispuesto me priva de la satisfacción de contestar a V.E. sobre dichos particulares; pero no obstante he suplicado al Teniente Coronel Dickson explique a V.E. mi modo de pensar hasta que mañana le de mi respuesta por escrito. Dios guarde a V.E. muchos años. Campo de Sta. Rosa 21 de Marzo de 1781. Excmo. Sr. B.L.M. de V.E. su mas atento servidor Bernardo de Gálvez. Excmo. Sr. D. Pedro Chester”

Al mismo tiempo que el General escribió las citadas cartas instruyó a Dickson de su modo de pensar sobre las proposiciones que Campbell y Chester le hacían, a fin de que enterase a ambos, hasta que al día siguiente por la mañana lo ejecutase en derechura por escrito. A las 3 de la tarde mandó que los granaderos acampados en la Isla por la parte del puerto se formasen en batalla; y que las demás tropas, que lo estaban igualmente en la parte opuesta,  se presentasen sobre una pequeña loma que las hacía visibles, con el objeto de que el Teniente Coronel Dickson pudiese, si quería, informar también al General Campbell de la clase de tropa que mandaba y del número que componían en su concepto.

Después de esto se embarcó el General en su falúa con Dickson, y pasó a la fragata Sta. Clara para hablar con el Ayudante del Campo del General Campbell que se hallaba a bordo por disposición del General: con ambos se fue en la citada falúa, hasta que le pareció oportuno dejarles marchar a Panzacola, y regresó después al Campo muy cerca de la Oración.

Esta noche se vieron arder varias casas que se hallaban inmediatas al Fuerte de las Barracas, cuyo proceder desagradó infinito al General respecto a que ya para evitar todo incendio había hecho sus prevenciones al General Campbell, como se nota en sus cartas.

El 22 a las nueve y media de la mañana se dejó ver el Coronel Ezpeleta con sus tropas en la orilla opuesta de la Isla dentro del puerto, en cuyo momento pasó el General con 500 hombres, incluso los granaderos, a reforzarle y dar lugar a que descansasen aquellas, y después de haber comunicado sus órdenes para que acampasen regresó a la Isla, habiendo antes despachado un Parlamentario a Panzacola con las siguientes cartas.

“Excmo Señor. Muy Sr. mío: Al mismo tiempo que recíprocamente nos hacemos las mismas proposiciones, pues de una y otra parte se dirigían a la conservación de bienes y haciendas de los individuos de Panzacola, al mismo tiempo, digo, se comete a mi propia vista el insulto de quemar las casas que están enfrente de mi campamento en la otra parte de la bahía. Este hecho dice la mala fe con que se obra y se escribe, y la conducta tenida con las gentes de la Mobila, que una gran parte ha sido víctima de las horribles crueldades protegidas por V.E.: todo prueba que sus expresiones no son sinceras, que la humanidad es una frase que por mas que repita en el papel no la conoce su corazón, que sus intenciones son ganar tiempo para completar la destrucción de la Florida occidental; y yo que estoy indignado de mi propia credulidad y del modo innoble con que se pretende alucinarme, ni debo ni quiero oír otras proposiciones que las de rendirse, asegurando a V.E. que como quiera que no será mía la culpa, veré arder a Panzacola con tanta indiferencia como perecer después sobre sus cenizas a todos sus crueles incendiarios. Dios guarde a V.E. muchos años. Isla de Sta. Rosa 22 de Marzo de 1781. Excmo. Señor: B.L.M. de V.E. su mas atento servidor Bernardo de Gálvez. Excmo. Sr. D. Juan Campbell”

Carta al Gobernador Chester.

“Excmo. Señor. Muy Sr. mio: Siento que de ayer acá hayan variado tanto las circunstancias que ya no puedo ni debo contestar a las proposiciones que en asunto a prisioneros y familias de Panzacola me hacía V.E. en sus oficios; si la suerte de las últimas interesa a V.E. como es regular, trate con el General Cambell, pues todo depende de la buena o mala conducta que observe. Yo personalmente soy un servidor de V.E. y deseo que Dios le guarde muchos años. Campo de Sta. Rosa 22 de Marzo de 1781. Excmo Señor: B.L.M. de V.E. su mas atento servidor. Bernardo de Gálvez. Excmo. Sr. D. Pedro Chester.

P.D. Incluyo a V.E. copia de lo que escribo al General Campbell para su conocimiento”

Por la tarde entró en el Puerto el paquebot del Rey S. Pío, que acababa de venir de las inmediaciones del río de los Perdidos, donde fue comisionado para proteger las lanchas destinadas a pasar de una a otra orilla las tropas de Mobila. El Fuerte de las Barracas le hizo fuego vivo que pudo, pero sin ocasionarle desgracia alguna ni a otras cuatro embarcaciones que le seguían.

A las 8 de la noche regresó al Campo el Oficial comisionado de los pliegos dirigidos a Campbell con la siguiente respuesta.

“Muy Señor mío: El estilo imperioso que vierte V.E. en su carta de esta fecha, lejos de producir su evidente idea de intimidar, me ha resuelto mas a oponerme a la ambiciosa empresa que la España ha puesto bajo su mando, haciendo toda la destrucción que me sea posible, y desempeñaré en esto solamente mi obligación para con mi Rey y mi patria, motivo para mi mucho más poderoso que el temor de su disgusto.

El Oficial encargado del mando del Fuerte de las Barrancas coloradas, tiene orden de defender ese puesto hasta la última extremidad: Si ha privado al enemigo que nos embiste de algún abrigo o puesto ventajoso para sus ataques, ha cumplido con su obligación, a más de que en esto no se ha verificado perjuicio ni molestia a mujeres, niños, ni pertenencia particular.

Repito a V.E. que si hace uso de la Ciudad de Panzacola para sus ataques el Fuerte Jorge, o para abrigar a sus tropas estoy resuelto a ejecutar cuanto le he comunicado.

En quanto a las reflexiones que tienen mas inmediata conexión conmigo, como creo no merecerlas, las desprecio. Dios guarde a V.E. muchos años. Quartel de Panzacola 22 de Marzo de 1781. Excmo Señor: B.L.M. de V.E. su mas atento servidor Juan Campbell. Excmo. Sr. D. Bernardo de Gálvez”

Esta noche toda la tropa durmió acampada en la orilla que mira al Puerto para estar mas pronta a pasar a la parte opuesta donde estaba la que llegó de la Mobila.

El 23 por la mañana se empleó en hacer planchas para pasar la artillería a tierra firme, y en la conducción de tiendas y municiones. A las 9 de la mañana se descubrieron velas que desde luego se creyó fuese el convoy de la Nueva Orleans. A las 4 de la tarde entró éste en el Puerto a pesar del fuego de las Barrancas, sin haber causado la menor desgracia, a excepción de alguna pequeña avería de poca consideración en las velas. Los buques de que se componía eran 16 con 1400 hombres, varios cañones de batis y municiones; per faltaban otros 3 que se habían separado la noche anterior.

El General dio las órdenes correspondientes para que tanto la tropa embarcada como la que se hallaba en la Isla de Sta. Rosa estuviese dispuesta a pasar la mañana siguiente a la tierra firme a unirse con la que allí estaba acampada.

En este mismo día pasó el Coronel Ezpeleta con el Quartel-maestre a reconocer el estero de la boquilla para mudar el campamento con mas inmediación a la Plaza.

El 24 dispuso el General que toda la tropa acampada en la Isla de Sta. Rosa se embarcase en los buques marchantes para ser conducida por mar al paraje donde se estableciese el campo en tierra firme, a fin de hacer el sitio del Fuerte Jorge y demás adyacentes, cuya providencia se puso en ejecución a las 4 de la tarde, a excepción de 200 hombres que quedaron ocupando la Isla.

El 25 por la mañana llegaron al Campo dos marineros Ingleses desertores de las Barrancas, quienes declararon al General la fuerza y estado del Fuerte. Esta misma mañana algunos Indios emboscados sorprendieron varios soldados que habían pasado de las guardias avanzadas, y mataron e hirieron algunos de ellos, cometiendo con los cadáveres su acostumbrada crueldad de arrancarles la cabellera, y otras.

Al medio día llegó al Campo el Teniente Coronel Dickson con su equipage y algunos otros prisioneros Ingleses que residían en Panzacola mientras no fuesen llamados.

El 26 a la oración se puso en marcha el ejército, a fin de descabezar el estero de la primera boquilla y salir a la playa, e igualmente con el objeto de sorprender algunos Indios y escarmentarlos. La marcha que hizo esta noche la tropa fue sumamente trabajosa por haber andado más de 5 leguas por bosques impenetrables sembrados de Indios, y ocurrió la desgracia de que en la obscuridad y en la espesura dos trozos de tropas que iban a ocupar el puesto señalado por distintos caminos, se tuvieron recíprocamente por enemigos, se hicieron fuego y resultaron algunas muertes y heridas.

El 27 hizo el General reconocer la segunda boquilla, y se ejecutó a pesar del fuego de algunas partidas de Indios. A la una de la tarde llegó de Panzacola, en calidad de Parlamentario, el General de parte del Gobernador Chester.

Ocupado por la tropa un paraje que pareció a propósito para establecerse en él, dispuso el General que campase la tropa y se extrajesen de los buques marchantes los víveres y útiles correspondientes a este efecto. A las 10 de la noche algunas porciones de Indios que se hallaban emboscados en la proximidad del Campo, se dirigieron a las fogatas que tenían hechas los soldados, hicieron repentino fuego sobre ellos matando algunos e hiriendo a otros; con cuyo motivo se mandó atrincherar el Campo para mayor seguridad, y que desembarcasen algunos cañones de batallón a fin de usar de ellos a metralla contra los Indios siempre que se acercasen.

El 28 a medio día, cuando ya el General se había convenido con el Parlamentario Stibenson en la mutua observancia de algunos artículos pertenecientes a la seguridad de la Villa de Panzacola, llegaron 3 marineros Españoles prisioneros, que habían logrado escapar, quienes informaron que ellos y sus compañeros habían recibido mal trato en poder de los Ingleses, con cuyo motivo disgustado el General despachó a Stibenson, negándose a toda proposición.

A las 3 de la tarde una multitud como de 400 indios se acercaron al campo e hicieron un vivo fuego contra las guardias avanzadas, pero salieron al encuentro las Milicias blancas y de color de Nueva Orleans, y se adelantaron algunos cañones de campaña, por cuyo medio se logró alejarlos por entonces, per a las 12 de la noche volvieron a inquietar el campo por varias partes, y aunque se les rechazó tuvieron nuestras tropas alguna pérdida de muertos y heridos.

El 29 se despachó una lancha a la Mobila con orden para que las embarcaciones que allí había con artillería y municiones destinadas a la Expedición se hiciesen a la vela inmediatamente.

También se mandó reembarcar los cañones de campaña, pertrechos y útiles que había en el campo, por haber determinado el General más próximo a Panzacola por ser muy difícil su conducción por tierra.

Dispuso que las compañías de granaderos, cazadores y tropas ligeras se preparasen a marchar al amanecer, y que después que este cuerpo hubiese ocupado la playa de la segunda boquilla desembarcase el resto del ejército en lanchas y se uniese sin recelo de ser atacado.

El 30 a las 5 de la mañana se puso el General a la cabeza de esta columna, que llegaba a 1100 hombres, con 2 cañones de campaña, y al pasar por un desfiladero avisaron las partidas avanzadas que había Indios emboscados en las inmediaciones; con cuyo motivo mandó hacer alto y que se les hiciese fuego con el cañón, por cuyo motivo se logró ahuyentarlos.

A las 10 y media de la mañana llegó el General con la columna a ocupar la playa que se había propuesto distante del Fuerte Jorge un tiro largo de cañón sin que los enemigos lo impidiesen. Aposesionadas las tropas de este terreno colocaron guardias avanzadas y centinelas en todas las avenidas con cuantas precauciones dicta la prudencia y el arte para la mayor seguridad, y al propio tiempo se dio aviso al Coronel Ezpaleta para que se embarcase con el resto de la tropa y viniese a unirse al nuevo campo.

Después pasó el General a bordo de la fragata Clara para tratar del establecimiento de Hospitales, y que los buques se acercasen todo lo posible al paraje destinado para el campamento de las tropas.

A la una de la tarde fue llegando al Campo el resto del Ejército, y a breve rato se oyeron algunos fusilazos en las guardias avanzadas de resulta de haberse acercado algunos Indios; con este motivo, y el de continuar el fuego con mucho aumento, se determinó que las tropas ligeras saliesen al pronto a sostener las avanzadas, y que las demás lo ejecutasen también para formar en batalla y ocupar una llanura, desde donde con la mayor facilidad se podía acudir a todas partes en caso de que los enemigos hiciesen alguna salida. A poco rato se notó que con efecto salían tropas del Fuerte Jorge, y que el fuego de los Indios se había aumentado extraordinariamente, lo que observado por Ezpeleta dispuso que las alas del ejército se prolongasen a una cierta distancia para cortar a los enemigos la retirada en caso que se , pero su objeto por entonces no fue otro que el de sostener a los Indios y ofendernos con 2 cañones de campaña que adelantaron para hacernos fuego a bala rasa.

En estas circunstancias llegó el General, y viendo empeñada la tropa cercada por todas partes de una clase de enemigos,  cuya verdadera ventaja consiste en no salir jamas de la espesura del bosque, tomó el partido de atacarlos con algunas compañías de cazadores, con cuya maniobra y el auxilio de 2 cañones de campaña no sólo obligó a los Indios a retirarse precipitadamente, sinó también a la tropa Inglesa que los sostenía al abrigo del Fuerte Jorge, de modo que a las 7 de la tarde ya el ejército levantaba tierra para atrincherarse, apoyando su derecha a una casa inmediata a la playa, y la izquierda a la segunda boquilla. Esta tarde hubo algunos muertos y heridos, entre estos el Coronel del Regimiento del Rey, que murió al día siguiente, y 2 Oficiales subalternos.

Como tenia dispuesto el General el desembarco de la artillería de campaña, se colocaron inmediatamente sobre la izquierda 6 cañones y otros 2 en el centro a fin de hacer uso de ellos si el enemigo incomodaba de noche.

El 31 pasó el General a la referida casa para desde ella observar la Plaza y terreno de sus inmediaciones, y la tropa se empleó en perfeccionar la trinchera, y en armar varias tiendas que se dieron por Compañías.

A las 7 de la noche llegó un desertor del Regimiento de Mariland con la noticia de que el General Campbell pensaba en hacer una salida en los mismos términos que la tarde anterior, y que en la Plaza había 600 hombres de tropa arreglada, 300 marineros, muchos negros armados y un gran número de Indios acampados al abrigo del Fuerte Jorge.

El primero de Abril a las 8 de la mañana salió el Quartel-maestre con un destacamento de 500 hombres a reconocer una altura inmediata a los Fuertes del enemigo, y a poco rato se dejaron ver hasta 250 hombres de tropa inglesa, la que siempre se mantuvo en observación hasta que se retiró el destacamento.

A las 3 de la tarde se embarcó el General en su falúa para reconocer el Fuerte e inmediaciones de la Villa de Panzacola, y a poco rato de haber regresado al Campo, llegaron tres desertores del Regimiento de Waldek, quienes nada añadieron a lo que tenía dicho el primero. Todo este día se empleó la tropa en arrasar el monte inmediato al campamento para quitar a los Indios de donde guarecerse.

El día 2 por la mañana llegaron 8 desertores de varios Regimientos con las mismas noticias poco más o menos, y a las 10 salió el Quartel-maestre a señalar el nuevo Campo que se debía ocupar más inmediato al paraje que se propuso al General para establecer sus baterías.

A la una de la tarde llegaron otros dos desertores con la noticia de que el General Campbell tenía determinado romper el fuego de sus Fuertes contra nuestro Campo a las tres de la misma: bajo de este concepto dispuso el General que los dos tercios del ejército con sus armas y útiles se dirigiesen a donde se hallaba el Quartel-maestre para adelantar el trabajo de trinchera, con la prevención de que quedasen armadas las tiendas, a fin de que el enemigo no conociese el designio.

A la Oración se retiró igualmente el resto del ejército, se abatieron las tiendas, y se condujeron los cañones al nuevo Campo, dejando 110 hombres ocupando la casa que llaman de Nihil hasta nueva determinación.

La tropa pasó la noche muy tranquilamente sin ser incomodada de enemigos. A las 7 de ella se hizo a la vela dentro del Puerto una goleta Inglesa, lo cual advertido salieron dos lanchas de los buques de guerra y la del bergantín el Gálveztown, y consiguieron apresarla sin oposición.

El día 3 mandó el General que se retirasen los 110 hombres que habían quedado en la casa de Nihil, y que diariamente saliesen dos compañías de cazadores a su inmediación para proteger la deserción, como asimismo que las lanchas de víveres y demás pertenecientes al ejército viniesen siempre por el arroyo de la segúnda boquilla que cubría su espalda, respecto a que tenía suficiente agua para facilitar el transporte.

Por la tarde dio orden el General para que la Marina Real tomase cuatro buques Ingleses abandonados que se hallaban fondeados cerca de la Villa, entre los cuales había una fragata de guerra llamada Port-Royal que tenía a su bordo 60 prisioneros Españoles, y que el bergantín Gálveztown pasase al río Scambier para ejecutar lo mismo con algunas goletas que en él se hallaban también abandonadas, según noticia que tenía por los desertores.

El día 4 por la mañana salió el Coronel Ezpeleta con el Quartel-maestre a reconocer nuevamente la loma sobre que se pensaba atacar el Fuerte Jorge, y se destinaron varios trabajadores para demostrar las inmediaciones del Campo, evitando por este medio que los Indios se emboscasen para incomodarnos.

El día 5 llegaron al Campo dos Jefes de la nación Talapuz, a quienes escuchó el General su embajada y quedaron acordes de proveer el ejército de carne fresca.

Se continuaron por mañana y tarde los trabajos de desmonte y se determinó, como muy preciso, que se hiciesen dos reductos en el arroyo de la boquilla para la protección de las lanchas, respecto a que los Indios no dejaban de incomodarlas con su fusilería por varios parajes.

A las 12 de la noche se acercaron al Campo e hicieron fuego, del que tuvimos un Oficial herido en su tienda.

El 6 por la mañana salí el General con el Quartel-maestre, el Mayor general y varios Ingenieros a reconocer la citada loma, y elegir otro paraje mas próximo a ella para mudar el campo.

La tropa se empleó todo el día en la continuación del desmonte y acarreo de municiones que se comenzaron a desembarcar.

El 7 por la mañana tuvo aviso el General de que el bergantín Galvertown había apresado cerca del río Scambier una polacra y 3 goletas Inglesas, y se presentó al General un Alférez del Regimiento de Mariland solicitando servir a sus órdenes, quien había y tiempo que se había separado del servicio Inglés por un lance que había tenido con su Capitán, e iba caminando para la Georgia cuando supo de nuestra llegada.

Por este Oficial y varios desertores que llegaron supo el General que los Indios se iban retirando: que se empleaban en robar las casas de los habitantes y en quemar cuantas podían y tenían en el Campo: que consternadas varias familias habían solicitado embarcarse a bordo del Gálveztown, y que la fragata Inglesa de la Marina Real llamada el Mentor la había hecho quemar su Capitán Mr. Deans para que no quedase en poder de los Españoles.

En la misma mañana despachó el General a los Jefes de la nación Talapuz con el encargo de que persuadiesen a los Indios de la facción Inglesa para que no se mezclasen de una ni otra parte en la actual guerra, y que trajesen cuanto ganado pudiesen.

Por la tarde se dio principio a los dos reductos de la boquilla en disposición de que sus fuegos se flanqueasen para alejar a los Indios todo lo posible.

El día 8 escribió el General a la Mobila para que viniesen algunos Indios de los pueblos mas afectos a España, a fin de que persuadiesen a los que continuaban incomodando el Campo a que se retirasen, y con el objeto también de emplearles en traer el ganado posible.

El 9 por la mañana llegó el Consejero Stibenson en calidad de Parlamentario por parte del Gobernador Chester, para asegurar al General de que un destacamento Inglés que se hallaba en Penzacola no tenía otro objeto que el de protegerla contra los desórdenes que ejecutaban diariamente los Indios y evitar los incendios.

Por la tarde recibió una carta del mismo Chester en que le avisaba haber dado libertad a 11 prisioneros Españoles que aún tenía.

También llegó un desertor con la noticia de que en el Fuerte Jorge se aumentaban cada día las defensas, y que acababan de llegar a el 300 Indios Crigs.

El 10 por la mañana desertó un soldado del Regimiento de Luisiana, y fue pasado por las armas otro del Príncipe por haber faltado a la subordinación a su Sargento.

A las 2 de la tarde salió el Quartel-maestre a señalar otro Campo con la inmediación que se deseaba para los ataques, y en este día quedaron concluídos los reductos con cuatro cañones cada uno, de cuya defensa y guarnición se encargó la Marina.

El 11 llegó un desertor con la noticia de que el que se había pasado a los enemigos había informado al General Campbel de que el ejército constaba de 3000 hombres &c. Que este General esperaba un refuerzo de Indios y un considerable socorro de Jamaica, y que el día antes había escrito a la Georgia solicitando también auxilios para arrojarnos del país.

Bernardo de Gálvez
Bernardo de Gálvez

El 12 a las seis de la mañana se mudó el Campo al paraje citado en el que procuró la tropa atrincherarse del mejor modo posible: sobre los ángulos que hacían frente a las avenidas se colocaron varios cañones de campaña, y se dio principio a un reducto a fin de ocupar un terreno que cerraba con seguridad el Campo. Durante esto se mantuvo el enemigo sin hacernos fuego hasta que a la una de la tarde tiró por elevación algunos cañonazos el Fuerte Jorge.

A las quatro avisaron las Guardias avanzadas que salían de éste varias tropas por divisiones, tal vez para atacarnos por distintas partes: a poco rato se adelantaron varias partidas de Indios y comenzaron su fuego contra las compañías de cazadores que se hallaban apostadas. El General dispuso que para sostener éstas saliese otra con la orden de no internarse en el bosque por la conocida ventaja que resultaba a los Indios de ejecutar lo contrario, como ya se había experimentado otras veces.

Nuestros cazadores correspondieron al fuego de los Indios e Ingleses que los sostenían con la mayor firmeza; pero pareciendo al General que la continuación de aquel le empeñaría a que durase más tiempo, mandó que se retirasen las citadas compañías al abrigo de la batería inmediata, y que ésta rompiese el fuego a metralla siempre que el enemigo se acercase.

Al quarto de hora de esto tuvo aviso el General de que los enemigos se acercaban por tres diferentes partes con 2 cañones pequeños, con cuyo motivo se adelantó para reconocer el paraje a donde se dirigían y disponer cortarles la retirada; y habiendo llegado a una de las baterías avanzadas recibió un balazo que le atravesó un dedo de la mano izquierda y le hizo un surco en el vientre, con cuyo motivo se retiró a su tienda para que los Cirujanos le hiciesen la primera cura, enargando al Mayor General Ezpeleta tomase desde luego por sí, y en su nombre cuantas providencias exigiese una pronta ejecución interín que sus heridas le permitiesen otra vez el presenciarlo todo.

Nuestras baterías que habían principiado su fuego le continuaron contra los Indios hasta que los hicieron retirar, y cesó por ambas partes sin que experimentásemos en esta tarde otra pérdida que la de un muerto y 9 heridos.

El 13 se destinaron mil hombres para desmontar las inmediaciones del Campo, trabajar en el reducto y transportar la artillería y efectos que habían quedado en el Campo anterior.

El 14 a las 6 de la mañana salieron 600 hombres para hacer faginas, y se dio principio a una excavación de debía servir de almacén de pólvora.

A las 4 de la tarde llegó un desertor del Regimiento de Mariland, y examinado por el General, dijo entre otras cosas que en la tarde del 12 había habido algunos Indios heridos y un Oficial Inglés muerto.

A las 8 de la noche sobrevino una horrible tempestad de agua, viento y truenos que puso en mucho cuidado a todo el Campo por su duración. Las municiones de los soldados se inutilizaron, por cuya razón se previno que en caso de que los enemigos hiciesen alguna salida usasen la bayoneta, hasta que se les municionase; la mayor parte de las tiendas se cayeron inclusa la del Hospital, pronosticando los Cirujanos la pérdida de muchos heridos con el pasmo, teniéndonos en el mayor cuidado el recelo de que podía suceder lo mismo a nuestro General.

El 15 por la mañana se suspendió todo trabajo para que la tropa enjugase su ropa y pusiese en buen estado sus armas.

Por la tarde se destinaron 700 trabajadores para hacer fagina y acarrear municiones que ya entraban por la boquilla, y llegaron 66 indios de la Nación Chastaé que el General había pedido a la Mobila los cuales se acamparon entre el Campo y reducto que acababa de concluirse.

También llegó un desertor de Caballería con la noticia de que el Fuerte Jorge con la tempestad pasada se había resentido alguna cosa, y que la tropa Inglesa desertaría siempre que hallase ocasión para ello.

El 17 por la mañana la compañía de cazadores de Navarra aprendió a un correo con varias cartas de oficio y de particulares para el Comandante del Fuerte de los Red-clifts: en una de ellas aseguraba el General Campbell que el Almirante Rowley le enviaría un considerable socorro, que su tropa se defendería hasta el extremo, que aunque experimentaba alguna deserción, lejos de causarle cuidado aumentaba su seguridad, porque quedaban los verdaderamente soldados, y que además de haberle llegado varios indios Crigs, esperaba en breve un considerable refuerzo de otras naciones amigas.

Todo este día continuó la tropa el acarreo de municiones y en hacer faginas.

El 18 entraron en el Puerto una saetía y un bergantín procedentes de la Havana con víveres, sin que el fuego de los Red-clifts les hubiese causado desgracia. Por los pliegos que traían para el General se tuvo la agradable noticia de que su padre el Presidente de Goatemala había arrojado a los Ingleses del Castillo de Nicaragua, y para celebrarla mandó el General que con la artillería gruesa que había en el Campo se hiciese triple salva, y se previno lo mismo a la Marina.

Este día salieron los Ingenieros a reconocer la batería de la media luna que se hallaba avanzada al Fuerte Jorge sin que los enemigos lo notasen, y llegaron 3 desertores ratificando la noticia de que el mismo día que decampó el ejército de las inmediaciones de la casa de Nihil tenía determinado el General Campbell hacerle fuego con 40 cañones, varios obuses y morteros.

A las 11 de la noche hubo algún tiroteo de Indios contra las guardias avanzadas, sin ocasionarse sino unas muy leves desgracias.

El 19 por la mañana se repitió el reconocimiento de la batería media luna, y se midió su distancia hasta el paraje más oportuno para batirla, cuya repetición de reconocimientos era indispensable , pues no teníamos plano alguno exacto, y el país se reduce a bosques en los cuales cada paso era un riesgo y un choque con los Indios.

A las 2 de la tarde tuvo aviso el General que se hallaban a la vista 14 embarcaciones entre ellas algunas de guerra, lo que le causó sumo cuidado considerando verosímil fuese el socorro que el enemigo esperaba.

A las 4 recibió otro aviso de que se descubrían hasta 21 y que parecían Españolas, pero como no tenía noticia alguna por el correo de la Havana que había recibido el día antes, ni había pedido auxilios de esta clase, se aumentó su cuidado cada vez más, y para salir una vez de dudas comisionó a un Oficial de graduación a fin de que pasase a la bahía, y examinase lo que era para providenciar sobre ello.

A las 8 de la noche regresó este Oficial afirmando que los Jefes de Escuadra D. Joseph Solano y Mr. Monteil se hallaban cerca de la Isla de Sta. Rosa con 15 navíos, 3 fragatas, y otras embarcaciones y 1600 hombres de desembarco, bajo las órdenes del Mariscal de Campo D. Juan Manuel de Cagigal, para reforzar nuestro ejército.

El 20 por la mañana vinieron al campo los Mayores de órdenes de la escuadra para informar al General que con noticia que se tuvo en la Havana de que 8 navíos Ingleses, varias fragatas y transportes se habían dejado ver hacia el Cabo de S. Antonio, se creyó sería socorro para Panzacola y que se malograría la expedición, de suerte que para evitarlo habían determinado los Generales de la Junta el embarco de la citada tropa a bordo de los referidos buques.

Los dos Mayores de órdenes por parte del Sr. Solano y de Mr. Monteil traían también la comisión de ofrecer al General la tropa de artillería y la de la guarnición de sus buques, a lo que condescendió para que tuviesen parte en la gloria de esta conquista. Igualmente dijeron al General que la fragata francesa la Andromaca había varado cerca de la costa, y que para salir se había visto precisada a arrojar al mar algunos cañones.

Este día se empleó en hacer faginas, y acarrear la artillería y municiones de guerra.

El 21 no permitió la mucha marejada que había el desembarco de la tropa, pero se destinaron varias goletas para recibirla de a bordo de los navíos.

Por la tarde entró en el puerto el cúter francés el Serpent, y a su bordo el Mariscal de Campo D. Juan Manuel Cagigal y Don Francisco Saavedra, quienes inmediatamente pasaron al Campo para ver al General y se quedaron en él. Los Red-clifts dispararon contra el cuter al tiempo de su entrada 16 cañonazos, pero ninguno le tocó en casco ni arboladura. En la misma tarde dio fondo la escuadra en 7 brazas de agua como media legua de tierra para disponer el desembarco de las tropas que por la noche comenzó a ejecutarse.

El 22 por la mañana el Mariscal de Campo Cagigal, el Mayor General, y el Quartel-maestre salieron a reconocer el punto de ataque de la media luna, y siendo descubiertos por los enemigos les hizo algún fuego de cañón hasta que se retiraron.

En la propia mañana entraron en el Campo dos compañías de cazadores franceses, y las de artillería de la misma nación, a quienes se les señaló el terreno que les correspondía para acampar.

En el resto del día fue llegando la demás tropa del Ejército y Marina con sus respectivos Jefes, a la que se le dio destino; y para que se hiciese el servicio con toda exactitud mandó el General que se formasen 4 Brigadas de todo el ejército: la primera al mando del Brigadier D. Gerónimo Girón: otra al del Coronel D. Manuel de Pineda: otra al de D. Francisco Longoria; la 4� al del Capitán de navío D. Felipe López Carrizosa, y la división francesa al del Capitán de navio Mr. De Boiderout.

El 23 a las 10 de la mañana salió el Quartel-maestre con un destacamento de cazadores a tirar la paralela a la media luna, y siendo advertida por los enemigos esta operación le hicieron un vivo fuego.

A las 12 llegó un desertor con la noticia de que el General Campbell pensaba establecer una nueva batería provisional a un lado de la media luna, y que todas las noches dormía la guardia sobre las armas temiéndose una sorpresa.

El 24 por la mañana salió el Brigadier Girón con dos Ingenieros al paraje donde debían establecerse las baterías; pero los enemigos que muy al principio descubrieron las compañías de cazadores que los acompañaban, comenzaron a hacer fuego con el cañón, dando lugar a que saliese alguna tropa a unirse con los Indios que ya incomodaban con su fusilería: los cazadores correspondieron con mucha firmeza al fuego que se les hacía, ya avanzando, ya en retirada según lo exigían las circunstancias; pero como el fuego duraba bastante tiempo, dispuso el General que saliesen del Campo dos compañías más para sostener las otras. Duró este empeño una larga hora, y en él tuvimos 15 soldados heridos, y aunque ignoramos la pérdida del enemigo sabemos que han quedado muertos en el Campo algunos Indios, además de uno que se pasó al campamento la misma mañana.

Por la tarde volvieron los Indios con alguna tropa a incomodar las guardias avanzadas, y después de un largo tiroteo se retiraron habiendo herido a 3 soldados. A la Oración toda la artillería del Fuerte Jorge, la de la circular y media luna comenzó a hacer salva, y a poco rato la fusilería hizo su descarga sin que supiésemos por entonces el motivo de este júbilo.

El 25 salieron del Campo algunas compañías de cazadores para custodiar al Comandante de Artillería y algunos Oficiales Franceses que fueron a reconocer el punto de ataque, y a poco rato de haber llegado a él salieron varios Indios y les hicieron fuego, a que correspondieron en retirada los cazadores quedando heridos 5 de estos.

A las 11 de la mañana llegó al Campo en calidad de Parlamentario por parte del Gobernador de Panzacola D. Pedro Chester, el Consejero Stibenson, para tratar varios asuntos pertenecientes a la neutralidad de la Villa; y dijo al General que la salva hecha la noche anterior había sido en celebridad de las ventajas que el Lord Cornwallis acababa de conseguir contra los Americanos.

A la una de la tarde llegó un desertor de Caballería exagerando extraordinariamente las fuerzas del enemigo, y pareciendo al General que era hombre sospechoso dispuso se le pusiese a bordo con seguridad.

El 26 a las 4 de la tarde salieron los Ingenieros con 5 compañías de granaderos y cazadores para hacer el último reconocimiento de la media luna, y trazar la trinchera que aquella noche había de abrirse; que cuando ya estaban a mitad de su operación, se vieron precisados a suspenderla a causa de que muchas partidas de Indios sostenidos por 200 hombres de tropa comenzaron a hacer fuego; los nuestros les correspondieron y los atacaron con dos cañones de campaña que llevaban, obligándolos a retirarse precipitadamente a la media luna; pero ésta comenzó a jugar la artillería de grueso calibre y varios obuses, evitando por entonces la continuación del expresado reconocimiento; sin embargo se dejaron señales nada equívocas para distinguir por la noche donde debía comenzarse a abrir la trinchera.

A las 10 de la noche salieron 700 trabajadores con 300 faginas sostenidos por 800 granaderos y cazadores para dar principio a este trabajo en el citado paraje: para llegar a éste era preciso atravesar un espeso bosque, cuyo tránsito le hacía más difícil la multitud de árboles cortados y varias fosas que había de trecho en trecho, por cuya razón y la de verse observar mucho silencio en la marcha, se emprendió ésta a paso lento.

El 27 ya sería más de la una cuando aun no estaba toda la tropa apostada en las avenidas; la noche era tenebrosa con truenos, grandes relámpagos y algunos aguaceros. Estas consideraciones y la de que tal vez no tendría tiempo la tropa de cubrirse antes que amaneciese, fue causa de que se suspendiese el trabajo por entonces y de que regresasen al Campo a las 3 de la mañana, dejando de observación apostadas en aquel paraje dos compañías de granaderos.

Al ser de día salieron otras dos de cazadores a relevar a aquellas con la orden de impedir que el enemigo reconociese o quitase las señales que estaban puestas para abrir la trinchera.

A las 8 de la mañana llegaron dos desertores, y entre otras cosas que dijeron al General no omitieron la de que continuaban los enemigos sus trabajos para defenderse hasta el último extremo.

A las 9 se oyeron desde el campamento varios fusilazos hacia el paraje donde estaban apostados los cazadores, y al mismo tiempo tuvo el General la noticia de que los enemigos cortaban algunos árboles al frente de la media luna, y recelando que tal vez se atrincherasen allí al abrigo de ella para frustrar nuestras ideas por aquella parte, dispuso que inmediatamente saliesen 4 compañías con dos cañones de campaña para que unidas a las otras dos protegiesen a los Ingenieros que nuevamente iban a trazar la linea; y que verificado esto impidiesen la continuación del corte de árboles, procurando alejar a los enemigos sin exponer demasiado la tropa.

Concluida la operación de los Ingenieros sin ser advertidos por los Ingleses se dirigieron 4 compañías de cazadores hacia el paraje donde se cortaban árboles, y descubrieron que con efecto habían dado principio a un pequeño parapeto, y que ya tenían colocados dos cañones de campaña en la proximidad al punto por donde seguía nuestra paralela.

A poco rato hicieron fuego con éstos, al que se les correspondió con bastante viveza con los dos que llevaba nuestra tropa y con el de fusil, y se les hubiera arrojado de aquel puesto a no hallarse sostenidos los enemigos de la media luna que comenzó a arrojar bombas y granadas reales, hasta que a la una de la tarde se relevaron nuestras compañías con la pérdida de 4 hombres y 12 heridos: por la tarde desertaron dos soldados del Regimiento de Luisiana, por lo que se suspendió abrir esta noche la trinchera no obstante haberse dado las órdenes.

A las 11 de la noche llegó al Campo un desertor, y examinado por el General dijo que en la Plaza había más de 600 hombres de tropa reglada sin incluir marineros, negros y algunos paisanos que tomaban armas: que el número de Indios llegaba entonces a 400, y que sobre la derecha de la media luna hacían los enemigos una batería para aumentar la defensa.

El 28 salieron por la mañana 200 trabajadores para abrir una calle en el bosque por donde pudiese la tropa dirigirse al paraje donde se había de abrir la trinchera, y en la misma desertaron dos soldados de Hibernia y un Cabo de la Luisiana.

Por la tarde los mismos trabajadores con los útiles necesarios empezaron a construir un camino cubierto para dirigirse por él a una pequeña loma donde se determinó establecer la primera batería para divertir los fuegos del Fuerte Jorge, ínterin se daba principio a la premeditada contra la media luna.

Para verificar este pensamiento salieron del Campo a las 8 de la noche 700 trabajadores con 350 faginas sostenidos de 800 hombres de armas.

A las 11 tuvo aviso el General de que se había empezado a abrir la trinchera sin que los enemigos lo hubiesen sentido, y algo más tarde llegaron el Quartel-maestre y el Ingeniero del detall con la noticia de que toda la tropa estaba a cubierto y que continuaba el trabajo con empeño.

El 29 a las 4 de la mañana de relevaron los trabajadores para perfeccionar la trinchera y continuar la abertura del camino cubierto.

A las 6 y media observaron los enemigos los trabajos hechos, y comenzaron su fuego de cañón y mortero para incomodarnos; y a algunas partidas que se acercaron a reconocer la trinchera con dos cañones de campaña se les rechazó vigorosamente con otros dos que había colocados en la cabeza y cola de ella.

A las 11 y media cesó el fuego de los enemigos tal vez con el objeto de refrescar su artillería.

A las 8 de la noche salieron del Campo 800 hombres de armas a relevar los de la trinchera, y 600 para dar principio a la construcción de la batería que se proponía hacer de 6 cañones, de a 24 y cuatro morteros en una altura proporcionada para divertir los fuegos del enemigo, mientras se construía otra con más inmediación. Igualmente se destinaron 600 hombres con el objeto de continuar la trinchera y construir sobre derecha e izquierda de ella dos reductos que la defendiesen.

A las 9 comenzó de nuevo el fuego de cañón, mortero y obús con bastante pausa.

El dia 30 a la una de la noche cesó el fuego del enemigo hasta que al amanecer principió nuevamente con la mayor viveza sin que en el discurso de ella hubiese otra pérdida que la de un hombre, un Oficial y un soldado gravemente heridos.

A las 7 de la mañana llegó un desertor asegurando que en el glacís del Fuerte Jorge se había dado principio a una nueva batería de cañones de pequeño calibre.

Todo este dia se trabajó en ensanchar la trinchera, perfeccionar la batería de cañones y morteros, y en concluir los citados dos reductos sin que el enemigo en todo él hubiese hecho más fuego.

Cuadro por españa y por el rey, Gálvez en America
Oil on canvas, Augusto Ferrer-Dalmau. 2015.
Creative Commons License. Wikipedia.

A las 8 de la noche se relevó a la gente de armas y de trabajo, y se condujeron a la batería los 4 morteros.

El dia 1° de Mayo al amanecer rompieron el fuego los enemigos con varios cañones, 3 morteros y 2 obuses, y así continuó sin intermisión hasta las 10 de la mañana, y desde esta hora en adelante le hicieron con bastante lentitud; pero habiendo notado que se trabajaba en el camino de comunicación desde la trinchera a la batería, le aumentaron tan extraordinariamente que tuvo a bien el General mandar suspender los trabajos.

Continuaron estos toda la noche a pesar de las bombas y granadas reales, y se colocaron en batería los 6 cañones de a 24 municionados de todo lo necesario.

El día 2 a las 5 y media de la mañana comenzó nuevamente a incomodarnos el enemigo con su fuego, y para entretener éste mandó el General que comenzase nuestro cañón, lo que se ejecutó hasta la Oración, que cesaron los enemigos el suyo.

Por la tarde salió el Quartel-maestre con los demás ingenieros a señalar la continuación de la trinchera para ocupar la loma del Pino, en cuyo paraje se debía formar otra batería de mayor fuerza para atacar la media luna; y a las 8 de la noche salieron del campo 800 hombres de armas, y otros tantos trabajadores para dar principio a estos nuevos trabajos.

A las 12 de la noche llegaron al campamento el Quartel-maestre y el Ingeniero del detall para informar al General que la tropa quedaba ya cubierta sin haber sido sentida por el enemigo; y añadieron que en la media luna se trabajaba en componer el parapeto que el fuego de nuestro cañón había desmoronado algo.

El día 3 al amanecer, que descubrieron los enemigos la nueva trinchera a distancia del primer Fuerte 225 toesas, rompió su fuego de mortero y obús contra los trabajadores que continuaban su fatiga, pero nuestra batería, le hizo igualmente con tanta viveza que obligó a callar a la media luna por más de dos horas.

A las 9 de la mañana llegaron 4 desertores, y examinados por el General dijeron que varias bombas que habían caído en la media luna y Fuerte Jorge habían originado muchas desgracias, y que el cañón nuestro desmontó 2 de aquella, destruyendo al mismo tiempo los merlones que la noche anterior compusieron.

El resto del día continuó el fuego de la batería entreteniendo el de la media luna y la circular con bastante buen suceso en la puntería; a la Oración cesó por ambas partes y salieron del Campo 800 hombres de armas para el relevo de trinchera, y 860 trabajadores a fin de prolongar ésta y formar en la cola un reducto que la defendiese por esta parte.

Dia 4. Aunque toda la noche se trabajó con empeño para la total conclusión de la trinchera y reducto, no hubo tiempo durante ella que bastase a dejar formada la banqueta; de modo que el soldado difícilmente podía hacer fuego de parapeto alojado en estos trabajos, ni era posible mantenerse fuera de ellos por la continuada metralla que se le arrojaba desde la media luna.

Toda la mañana hicieron los enemigos un continuado fuego de cañón hacia esta parte con bastante acierto, pero con particularidad a la una de la tarde le empeñaron tan vivo a metralla, bomba y granadas que obligaron a la tropa a usar de todos los recursos que juzgaron oportunos para liberarse: en este tiempo varias tropas Inglesas que habían salido de la media luna sin ser vistas y con premeditado objeto, atacaron el reducto que guarnecía la compañía de granaderos de Mallorca y mitad de la de Hibernia. La tropa en estas circunstancias, aunque animada de sus Oficiales, como muy a los principios quedaron muertos el Capitán y Alférez de Mallorca, heridos gravemente el Teniente, y asimismo el Capitán y Teniente de la Hibernia, se retiró al segundo reducto hasta cuyo paraje la persiguió el enemigo con arma blanca, restituyéndose al primero de que se había apoderado.

A la primera noticia de este suceso dispuso el General que el Coronel Ezpaleta con 4 compañías de cazadores saliese a desalojar los enemigos; pero antes que este Coronel llegase ya se habían retirado dejando incendiada la trinchera, clavados 4 cañones de campaña, y llevándose al Capitán y Teniente de Hibernia y al de la misma clase de Mallorca, que por hallarse muy heridos no pudieron retirarse.

La pérdida que se experimentó en este golpe fue de 18 muertos y 16 heridos, con exclusión de Oficiales.

Por la tarde se recompuso la trinchera y reducto en el que se colocaron otros 4 cañones; y durante la noche hicieron los enemigos el fuego de mortero y obús, dirigido todo hacia esta parte.

El día 5 se emplearon varios trabajadores en la conducción de faginas, pacas de algodón y sacos de tierra para formar un espaldón a cuyo abrigo se pudiese hacer la batería premeditada.

Por la tarde llegaron 4 desertores quienes no supieron decir al General qué número de tropa Inglesa había atacado el reducto.

El fuego del enemigo fue bastante vivo, y desde la Oración todo lo dirigían sobre la izquierda, originándonos algunos muertos y heridos.

Por la noche sobrevino una muy fuerte tempestad de viento, truenos y agua que anegó todo el Campo y particularmente la trinchera, por cuya razón se suspendieron los trabajos; y la escuadra que se hallaba fondeada cerca de la costa se vió en la precisión de soltar sus cables para hacerse a la vela temiendo estrellarse en ella.

El dia 6 por la mañana en consideración a la mala noche que había pasado la tropa de trinchera, mandó el General que se relevase para secar su ropa y que se la diese ración de aguardiente.

A las 7 de ella comenzó a jugar nuestra batería contra la media luna con particular acierto, per ésta tenía su mayor atención en incomodar las tropas de la izquierda para dificultar los ataques.

A las 9 de la mañana empezaron igualmente a hacer fuego dos obuses que ya se habían colocado en el reducto de la cola de la trinchera, y sin intermisión hicieron el más vivo durante todo el día.

A la Oración cesó por ambas partes, y a las 9 de la noche emprendió nuevamente el enemigo el de bomba y granada, ocasionándonos bastante pérdida.

A las 10 de la noche se dio principio a un espaldón sobre el reducto de la izquierda para formar a su abrigo la batería de cañones, y deseando el General escarmentar a los enemigos y abreviar el sitio dispuso que 700 hombres de granaderos y cazadores atacasen la media luna al propio tiempo que se alarmaba el Fuerte para aumentar sus atenciones.

El dia 7 a la una de la noche salió del Campo esta tropa bajo la dirección del Brigadier D. Gerónimo Girón con todos los útiles que pudiera necesitar para vencer cuantos obstáculos hallasen en la gola de la media luna; pero para llegar a ella sin ser sentidos era preciso rodear una pequeña loma poblada de pinos, se aproximaba el día cuando la tropa llegó donde debía hacer alto para atacar precipitadamente, y por consiguiente lejos de sorprender al enemigo se hallaría sobre las armas, como es costumbre estarlo a aquella hora.

Con este conocimiento el mayor General Ezpaleta que se hallaba en la trinchera con el objeto de reforzar a Girón si lo necesitase, avisó al General de que habiéndose retardado la ejecución del pensamiento por la razón expresada sería más conveniente suspenderla una vez que faltaba poco tiempo para amanecer, de lo que enterado el General mandó desde luego que regresase la tropa, lo cual se ejecutó sin haber sido sentida de los enemigos.

A las 6 de la mañana volvió nuevamente el fuego de la media luna contra nuestra izquierda, y se notó que las troneras que miraban a nuestra batería las había tapiado para libertarse, tal vez, de su fuego.

A las 8 de la mañana comenzaron a arder algunas faginas de la media luna, pero lograron apagarlas a la media hora.

A las 4 de la tarde se dio principio a la batería proyectada a pesar del fuego que los enemigos hacían para impedir los trabajos, y se continuaron éstos durante la noche con todo empeño para concluirla.

El dia 8 a las 5 de la mañana sólo faltaban las esplanadas para colocar la artillería, de modo que podía comenzar a jugar ésta después de mediodía según la actividad con que se trabajaba.

A les 6 comenzó de nuevo el fuego de la media luna, al que correspondió el reducto con los 2 obuses que tenía con tanta felicidad, que habiendo una de nuestras granadas incendiado el almacén de pólvora, voló por consiguiente la media luna con 105 hombre que la guarnecían.

A esta novedad mandó el General que el Brigadier Girón con la gente de la trinchera, y el mayor General Ezpeleta con algunas compañías de cazadores fuesen a ocupar el terreno ínterin salía del Campo una columna para llenar todos los objetos.

Luego que se dejó ver la tropa en el citado paraje principió el Fuerte del medio a hacer fuego de metralla y fusilería; pero habiéndose llevado los 2 obuses y 2 cañones de campaña que se adelantaron del reducto se les correspondió vivamente, al mismo tiempo que la tropa con el fusil ejecutaba lo propio al abrigo de las ruinas de la media luna.

Continuó el fuego intermisión hasta las 3 de la tarde que el Fuerte Jorge puso bandera blanca y llegó un Ayudante del General Campbell a proponer de su orden una suspensión hasta el siguiente día para capitular. El General se dirigió inmediatamente al sitio donde le esperaba el Oficial Inglés, y no habiendo condescendido a la suspensión sin que se empezase a capitular, propuso Campbell varios artículos que unos negados y otros concedidos a la una de la noche quedaron acordados entre los dos Generales.

El 9 se extendió y firmó la capitulación en los términos que expresa la copia adjunta.

El 10 a las 3 de la tarde se formaron a 500 varas del Fuerte Jorge 6 compañías de granaderos y las de cazadores de la Brigada Francesa, a cuya distancia salió el General con su tropa, y después de haber entregado las banderas del Regimiento de Waldek, y una de artillería con las ceremonias acostumbradas rindieron las armas. Seguidamente se destinaron dos compañías de granaderos para que tomasen posesión del Fuerte Jorge, y las compañías de cazadores de la Brigada Francesa pasaron a ejecutar lo mismo en la batería circular.

El 11 envió un destacamento para tomar posesión del Fuerte de los Red-Clifts en las Barrancas, cuya guarnición consistía en 139 hombres inclusos los Oficiales. Este fuerte tiene 11 cañones montados de los cuales 5 son del calibre de a 32. El mismo día dio orden el General para que se empezasen los inventarios de víveres, artillería, pertrechos y municiones de los Fuertes conquistados, y al mismo tiempo previno al Mayor General, y demás Jefes de la expedición, se empezase a reembarcar cuanto había en tierra para no perder instante en que las tropas volviesen a la Havana.

El número total de prisioneros asciende a 1113 hombres, a los que añadidos los 105 que volaron en la media luna, 56 desertores que se han presentado durante el sitio, y 300 que mientras se formaban las Capitulaciones se retiraron para la Georgia, resulta que el total de la guarnición se componía de 1600 sin incluir los muchos Negros que ayudaban a la defensa, los muertos que tuvieron antes, y multitud de Indios que inundaban los bosques y la campaña. A mas de los prisioneros hay 101 mujeres y 123 niños, a quienes se ha acordado la ración por ser individuos de los mismos prisioneros, de modo que hoy asciende el número de los que se consideran como tales a 1347.

Las desgracias que nos han ocasionado los enemigos en el ejército durante el sitio son 74 muertos y 198 heridos, según consta del estado del Mayor General que acompaña. La Marina ha perdido 21 hombres y 4 heridos.

Panzacola 12 de Mayo de 1781. Bernardo de Gálvez

Artículos de capitulación convenidos y acordados entre el Señor D. Bernardo de Gálvez, Caballero Pensionado de la Real y distinguida Orden de Carlos Tercero, Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos de S.M. Católica, Inspector, Superintendente y Governador General de la Provincia de la Luisiana, y Comandante General de la Expedición; y los Excelentísimos Señores D. Pedro Chester, Escudero, Capitán General, Governador Comandante en Jefe, Canciller y Vice-Almirante por S.M. Británica de la Provincia de West-Florida, y D. Juan Campbell Mariscal de Campo, y Comandante General de las Tropas de S.M. Británica en dicha Provincia.

ARTICULO I

Todos los Fuertes y puestos que al presente ocupan las Tropas de S.M.B. Serán (dentro del término convenido) entregados a las de S.M.C. Los soldados Ingleses y los Marineros saldrán con todos los honores de la guerra, armas al hombro, tambor batiente, banderas desplegadas, dos cañones de campaña con 6 cartuchos, y el mismo número cada soldado, a quinientas varas de sus diferentes puestos, donde rendirán las armas, y la Oficialidad conservará sus espadas, y seguidamente se embarcarán lo más pronto posible en buques bien acondicionados y provistos de cuenta de S.M.C. Para ser conducidos a cualquiera de los puertos de la Gran Bretaña que elija el Mayor General Campbell. La tropa y marinería estará bajo la inmediata dirección de sus respectivos Oficiales, y no podrán servir contra la España o sus aliados hasta tanto se verifique un cange por igual número de prisioneros Españoles o de sus aliados, conforme a la costumbre establecida en igualdad de rangos, y cosas equivalentes.

Concedido, exceptuando únicamente los puertos de la Isla de Jamaica, y el de San Agustín de la Florida; y en punto al canje de los prisioneros, serán preferidos los Españoles a los de los aliados, siendo de cuenta de S.M.B. La conducción de los que enviaren a los puertos de España para su cambio.

ARTICULO II

El Estado mayor, Comisarios, Guardas de almacén, y generalmente todo individuo que por su oficio u empleo dependa de las tropas serán incluidos en el antecedente artículo.

Concedido

ARTICULO III

Se facilitará un barco bien provisto de todo lo necesario a cuenta de S.M.C. Que servirá de Hospital para embarcar los enfermos y heridos que estén en estado de acompañar las demás tropas al puerto que se retirasen; al os enfermos y heridos que quedaren se les deberá dar buena asistencia, y luego que estén restablecidos se enviarán en un barco parlamentario al mismo paraje.

Concedido, debiendo el General Campbell dejar Comisarios, Cirujanos y medicinas para la asistencia de los enfermos a costa de S.M.B. Para ser después transportados por cuenta de S.M.C. Como el resto de la guarnición.

ARTICULO IV

Se conservarán los criados que por ordenanzas de Marina están concedidos a los Capitanes y Oficiales de ella, y serán comprendidos en el primer artículo.

Concedido

ARTICULO V

A todos los bienes particulares, bagajes y efectos de todos los Oficiales, soldados y marineros que componen la guarnición de los fuertes o puestos comprehendidos en esta Capitulación, se les dejarán y conservarán sin daño ni molestia alguna, y se les permitirá embarcarlos en los buques que según el primer artículo deben destinarse, o venderlos en Panzacola si les acomoda.

Concedido en lo que respecta a bagaje y equipaje, según costumbre del Ejército.

ARTICULO VI

Se habrán de conservar todos los papeles necesarios para arregar las cuentas que hubiere pendientes en Inglaterra, u otra parte

Concedido, después de haberse reconocido

ARTICULO VII

Un barco que bajo bandera parlamentaria envió a la Havana el Capitán Deans Comandante de la Marina que había entonces en Panzacola, se enviará al mismo puerto que las tropas y marineros de esta guarnición, según lo estipulado en el artículo primero.

Concedido

ARTICULO VIII

Se facilitará un barco cómodo y bien provisto de todo lo necesario a costa de S.M.C. Para transportar al Gobernador, su familia, bienes y efectos a la Gran Bretaña, o cualquiera otro Gobierno de S.M.B. en la América del Norte según lo tuviere por conveniente; y mientras permaneciese en la Provincia ocupará la casa de gobierno de la Ciudad de Panzacola, protegiendo su persona, papeles, bienes y efectos, los que no se visitarán antes ni al tiempo de su partida.

Concedido, a excepción de que tomará otra casa que la de Gobierno que solicita.

ARTICULO IX

Se proporcionará otro barco cómodo y bien provisto de todo lo necesario a costa de S.M.C. para transportar al Mayor General D. Juan Campbell, su acompañamiento, familia, bienes y efectos a la Gran Bretaña, o cualquiera puerto de S.M.B. de la América del Norte si lo tuviere por conveniente; y mientras permanezca en la Provincia se le ha de dar un bien alojamiento para su persona, acompañamiento y familia, y habrá de ser protegido, como igualmente sus papeles, bienes y efectos que no se visitarán antes ni al tiempo de su partida.

Concedido

ARTICULO X

Se nombrarán reciprocamente Comisarios para formar el inventario de la Artillería, municiones, pertrechos y víveres que hubiere en los almacenes pertenecientes a S.M.B. en los diferentes Fuertes y puestos de la Provincia, y entregarán a la disposición del Comandante General de las tropas Españolas.

Concedido

ARTICULO XI

Los Oficiales de Marina, y de la guarnición que necesiten subsistir en la Provincia para arreglar sus asuntos particulares tendrán permiso durante el tiempo que hubieren menester para terminarlos.

Concedido

ARTICULO XII

La Provincia quedará a S.M.C. Hasta tanto que sus Majestades B. y C. terminen su suerte; en cuyo tiempo los Oficiales Civiles de Marina y Ejército que permanecieren, los Comerciantes y demás habitantes no serán obligados por ningún motivo a tomar las armas contra S.M.B., sus aliados o cualquiera otra Potencia, y por ningún motivo ni pretexto sufrirán perjuicio en sus personas, bienes y efectos de mar o de tierra por los vasallos de S.M.C. O sus aliados, siendo protegidos como los vasallos del Rey de España.

La Provincia quedará por la España, y los habitantes serán tratados según la Capitulación de Batón Rouge, con la prorrogación de cuatro meses más para poderse retirar.

ARTICULO XIII

Los Jueces y demás Oficiales Civiles del Gobierno que no tuvieren proporción de quedarse para finalizar sus asuntos, serán transportados igualmente a la Gran Bretaña o cualquiera otro gobierno de la América del Norte si lo tuviesen por conveniente en barcos bien provistos de todo lo necesario a costa de S.M.C. con  sus familias, bienes, efectos y papeles que no serán inspeccionados

Se concederán parlamentarios para que se retiren, pero a su costa.

ARTICULO XIV

A los Oficiales Civiles de Marina y del Ejército que quedasen con la intención de reglar sus asuntos particulares algún tiempo después que las embarcaciones se hayan facilitado para transportar los demás a la Gran Bretaña u otra parte, según queda referido en los artículos antecedentes a los mercaderes y otras personas mientras sea precisa su permanencia en la Provincia, y cuando se ausenten los Apoderados que dejen nombrados, y asimismo a los de los ausentes se les conservarán todos sus derechos y privilegios, y se mantendrán en la pacífica y tranquila posesión de sus bienes y efectos propios y personales movibles o inmovibles de cualquiera otra calidad que sean, y tendrán facultad de vender a su voluntad como lo hubieran hecho antes de ahora, y el producto podrán emplearlo en lo que les sea más conveniente para transportarse a su costa con sus familias a cualquiera parte  de los dominios de S.M.B. En buques parlamentarios, los que se les facilitarán con los Pasaportes correspondientes que los ponga al abrigo, como a sus familias y efectos del daño que pudieran recibir de los vasallos y aliados de S.M.C.

Concedido por el término de un año.

ARTICULO XV

No se obligará a los habitantes de cualquiera calidad que sean a que den alojamiento a las tropas de S.M.C.; los negros, mulatos, y mestizos libres se conservarán en su estado.

Los habitantes darán alojamiento ínterin la necesidad lo exija, y no más. En cuanto a los negros y mulatos libres concedido, siempre que el General Campbell acuerde la libertad a un negro que tomaron en el ataque del Village.

ARTICULO XVI

No se pondrá restricción alguna ni impedirá el libre uso de Religión, como ha sucedido antes de ahora.

Concedido en todo el término de un año hasta la decisión del Rey mi Amo.

ARTICULO XVII

Los negros que se han alquilado para trabajar en las fortificaciones durante el sitio no se quitarán a sus amos por este motivo, conservando estos su propiedad como el resto de sus bienes.

Concedido.

ARTICULO XVIII

Los libros, registros y papeles públicos que se hallan en los Archivos de gobierno y otros, quedarán al cuidado de los mismos Oficiales a cuyo cargo estaban; y por ningún motivo se permitirá se saquen a menos que no se hayan perdido o extraviado.

ARTICULO XIX

No se molestará por ningún motivo a los habitantes, ni otras personas de cualquiera calidad que hayan tomado las armas para defender la Provincia

Concedido

ARTICULO XX

Se concederán dos carros cubiertos que saldrán con la tropa, los cuales no serán visitados por ningún motivo.

Concedido

ARTICULO XXI

El ganado y demás provisiones tomadas a los habitantes de esta Provincia para la subsistencia de las tropas de S.M.C. se pagarán enteramente a los precios establecidos en el paraje donde se hayan tomado.

Este artículo es inútil, respecto a no haberse tomado ganado, ni otra cosa a los habitantes.

ARTICULO XXII

Se permitirá al Gobernador y Comandante de las tropas en esta Provincia, si lo tuviesen por conveniente, enviar aviso de esta Capitulación en buques parlamentarios o de otra manera al Gobernador de la Florida del Este, al Comandante en Jefe de la América del Norte, a la Jamayca y a la Gran Bretaña.

Concedido

ARTICULO XXIII

Los prisioneros hechos por las Armas de España desde el día 9 de Marzo se unirán a las guarniciones de los puestos que deben dejar para estar bajo el mismo pie que queda estipulado en el artículo 1°; y todos los Españoles que tengan dada su palabra en Penzacola, o que están bajo la posesión de las tropas Inglesas se pondrán en libertad, a excepción de aquellos que no hubieren cumplido con su palabra.

Concedido

ARTICULO XXIV

Los negros que durante el sitio se hayan ausentado por miedo, se devolverán a sus dueños luego que se encuentres.

Concedido, o si trajese algún inconveniente se les dará el precio de su estimación

ARTICULO XXV

Se proporcionará alojamiento para las Tropas, y Marineros hasta que se puedan embarcar en los buques de se deben facilitar, según el primer artículo

Concedido

ARTICULO XXVI

Se habrá de observar de buena fe la plena y entera ejecución de la presente Capitulación, y en caso de ocurrir alguna duda que no se haya previsto en los artículos anteriores se declarará, en el supuesto que la intención de las Partes contratantes es que se tome la determinación más conforme a la humanidad, y generoso modo de pensar.

Fuerte Jorge 9 de Mayo de 1781. Pedro Chester. Juan Campbell, Mayor General

Campo de Panzacola 9 de Mayo de 1781. Bernardo de Gálvez.

ARTICULOS aumentados. ADICIÓN

ARTICULO XXVII

En caso que algunos o muchos soldados y marineros ingleses que en la actualidad se hallan ausentes de sus respectivos Cuerpos, y fugitivos en los bosques sean tomados por tropas de España o de sus aliados, se considerarán lo mismo que si fueran una parte de la guarnición, y como tales si son aprehendidos antes de la partida de las demás tropas se les permitirá su reunión a ellas, y si después podrán incluirse en el barco Hospital con los enfermos y heridos que quedaren conforme a lo estipulado en el artículo 3° para ir la mismo tiempo que la guarnición se retirase.

Concedido a menos que se presenten en calidad de desertores

ARTICULO XXVIII

Por ningún motivo, ni pretexto alguno se solicitará que los soldados o marineros Ingleses tomen partido en el servicio de España ni de sus aliados.

Concedido, per a los que se presenten espontaneamente se les concederá la protección

Relación de los muertos y heridos que ha tenido el ejército a las órdenes del Mariscal de Campo el Sr. D. Bernardo de Gálvez, desde su desembarco en la Isla de Sta. Rosa hasta el día 8 de Mayo, en que se rindió la Plaza de Penzacola.

Mes de Marzo Oficiales Muertos de todas clases Heridos idem.
Dia 1 1
Dia 26 8 10
Dia 27 5 4
Dia 28 4 4
Dia 30 El Coronel del Rey D. Luís Rebolo, muerto. El Teniente de Soria Don Antonio Figueroa, herido 5 15
Abril
Dia 7 0 1
Dia 8 1 1
Dia 12 El Comandante General el Mariscal de Campo, Sr. D. Bernardo de Galvez, herido El Capitán de Navarra Don Jospeh Samaniego, herido 1 6
Dia 22 0 2
Dia 24 El Subteniente de Hibernia D. Felipe O-Reylli, herido 0 5
Dia 25 0 9
Dia 26 2 1
Dia 27 El Subteniente de Guadalajara D. Francisco Castañon, herido 3 6
Dia 28 0 2
Dia 29 El Subteniente de Luisiana D. Francisco Godeau, muerto 2 1
Dia 30 1 0
Mayo
Dia 1 0 3
Dia 2 0 3
Dia 3 1 4
Suma 35 78
Dia 4 El Capitán de Mallorca D. Salvador Roquerols, muerto. El Subteniente del mismo D. Francisco Aragon, muerto. El Teniente de Hibernia D. Timoteo O.Dali, muerto El Capitan del mismo Don Hugo Oconor, herido El Teniente de Mallorca, D. Juan Jaramillo, herido 19 19
Dia 5 2 12
Dia 6 El Sargento mayor de Soria D. Joseph Urraca El Ingeniero Voluntario D. Gilverto Guilmar. El Capitan de Aragón Don Mateo Arreda El Teniente del mismo Don Joseph Molina El Teniente de Navarra D. Ramon Gracia El Capitán del fijo de la Havana, Don Francisco Oñoro, heridos 1 12
Dia 7 El Capitán de Navarra D. Bartolomé de Vargas, muerto El Subteniente del Rey D. Pasqual Conget, herido 4 17
Dia 8 El Subteniente de Hibernia D. Tomás Fuzmorin, muerto El Subteniente de Soria D. Juan Vigodet, herido. Mr. D. Elpese y Mr. De Villeneuve, Capitanes 1 y 2 del Regimiento de Angenois, heridos 13 60
Total 74 198

RESUMEN DE LAS ARMAS Y MUNICIONES de guerra que se han encontrado en los Fuertes y Plazas de Panzacola, además de los 4 morteros, 143 cañones, 6 obuses y 40 pedreros que avia el General Don Bernanrdo de Gálvez en su carta del 26 de Mayo, publicada en la Gazeta de 7 de Agosto, y de un considerable surtimiento de todo género de efectos y utensilios de Parque para el servicio de Artillería.



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Source

Galvez, Bernardo. Diario De Las Operaciones De La Expedicion Contra La Plaza De Panzacola Concluida Por Las Armas De S. M. Católica, Baxo Las órdenes Del Mariscal De Campo D. Bernardo De Galvez. N.p.: Havana, 1781. Print.

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